La Ofrenda de este año en Fallas ha sido especial y escasa en volumen floral por las restricciones imperantes de la covid-19, cambiar los ITinerarios por las obras existentes en la Plaza de la Reina y por estar por primera vez en su hisToria cerrada ante el público. Ante la disyuntiva de celebrarse las fallas o no y proceder a importaciones o compras correspondientes de miles y miles de claveles y con menos falleros participantes en el horizonte, los claveles eran escasos en cantidad para rellenar el manto de la Virgen como era debido. La concepción pues del manto que sigue un diseño marcado como cada año no ha podido llevarse a término por parte de los vestidores de la Virgen. El mayor espacio para la colocación de todo tipo de flores según el orden de llegada de las comisiones falleras ha predominado en una plaza que está desconocida por la escasa aportación de canastillas este año.
Por lo tanto, el medio centenar de vestidores que participan en estas fiestas han vuelto a vestir a la Virgen como en los orígenes desde que el gran armazón en forma de cuerpo de la Virgen preside la plaza en las fallas de 1987. Fue avanzados los años 90 cuando los primeros diseños del manto empezaron a asomarse bajo admiración de todos los visitantes durante las jornadas 17 y 18 de marzo.
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